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Este huerto tiene 175 m² y la zona de frutales (naranjos, ciruelos, caquis y nísperos) 567 m². El terreno llevaba abandonado desde que el cura lo dejó de cultivar hace 40 años. Tres profesores agrónomos decidieron reactivarlo para innovar educativamente con los alumnos de Formación Profesional Básica (FPB) y de este modo “sacarlos del aula”. Ofrece por tanto una aplicación práctica de los módulos de ciencias o mecánica (construcción del invernadero) y permite desarrollar complementariamente la responsabilidad, la predisposición o el trabajo en equipo. Dedican 6 horas semanales al trabajo del huerto y acompañan al alumnado de primaria, secundaria y bachillerato, que acuden puntualmente cuando necesitan profundizar sus conocimientos en biología, producción agraria o en ecológico.

Entre sus proyectos de futuro destacan: la construcción de un gallinero, la automatización del sistema de riego por el alumnado de robótica o el cultivo protegido con botellas de plástico reutilizadas.

Los materiales, semillas, abono o plantas necesarias las obtienen a partir de donaciones de empresas, del alumnado y sus familias (agricultores/as o ganaderos/as) y de la venta directa de la producción a profesorado, padres y madres del colegio.